11 feb 2008

QUERIDO GREGORIO

Discurso de Angel Rozas en el Palau de la Música Catalana en el Acto de recuerdo a Gregorio López Raimundo, el 12 de Febrero de 2008


Amigas y amigos, compañeras y compañeros:

A finales de los años cincuenta me encontré con Gregorio y con Guti. Debo decir que, en un primer momento, no conocí a ninguno de los dos. Al primero me sorprendió verlo allí, tal vez, y al segundo porque se había afeitado la perilla. Os estoy hablando de algo que sucedió hace cerca de medio siglo.

Todo ese tiempo transcurrido me hace pensar que la vida de una Vida es una fuente inagotable en sí misma. Quiero decir, contarla y contárnosla es inagotable. De hecho, este es un propósito que nos podemos plantear sabiendo de antemano que no llegaremos hasta el fondo de ese pozo en el que pretendemos penetrar en mi caso como en el de otras personas que intervienen hoy aquí con el único utensilio de nuestra memoria personal.

Recordando algunas palabras de nuestro añorado Manolo Vázquez Montalbán, es posible decir que la vida de Gregorio ha sido más Historia que Vida, desde aquellos lejanos años treinta del pasado siglo XX.

Y, este es el caso, como el mismo Gregorio insistía a menudo en decir, de muchos otros compañeros y otras compañeras de militancia comunista y de lucha antifranquista, algunos de los cuales se nos han ido ya. Un compromiso como aquel, de lucha y de espíritu revolucionario, nos cambió. Con el sentido que cada uno quiera darle a ello. Pero lo cierto es que cambió nuestras vidas de una manera prodigiosa; realmente la cambió para siempre.

Es posible que estemos en un siglo que empezó hace más de ocho o nueve años, como sostienen algunos reconocidos historiadores, y que nuestro pasado parezca ahora padecer alguna lejanía inexplicable para nosotros... ¡Pero de aquello hace ya mucho tiempo...! como dicen algunos a menudo. No obstante, y cada día más, mi impresión es que, en términos generales, el supuesto camino que hemos tomado para que nuestras vidas hayan pasado a ser más Vida –algo que está muy bien, por cierto-- insisto, que hayan pasado a ser más Vida que historia, no parece conducir, por lo menos eso me parece a mí, a cambiar la vida, como decía el poeta, y ni siquiera la historia.

Claro que esto es lo que digo yo, un señor de ochenta años, que tiene mucho de urgencia biológica por cambiar una y otra; y todavía algo de fe en que sea posible hacerlo.

Por eso Gregorio y muchos camaradas permanecerán en mi recuerdo, en mis afectos, como un acicate para recordarme y recordarnos que, ante las cosas que pasan en este Planeta Humano, es necesario decirnos: Y sin embargo se mueve

27 sept 2007

SOBRE LA LEY DE LA MEMORIA HISTORICA

INTERVENCIÓN DE ÁNGEL ROZAS SERRANO

19-09-2007, 12:30 hores.

Col·legi de periodistas de Catalunya

Con motivo del Manifiesto por la Ley de la Memoria Democrática


Manifiesto: Un compromiso ético inaplazable. La Ley de la Memoria Democrática

Hace ya unos años, dio la coincidencia de que estaba yo haciendo cola junto con el eximio y sin embargo inefable don Manuel Fraga Iribarne. Se trataba, en aquella ocasión, y a diferencia de otras, de recoger una medalla del mérito al trabajo. Al vernos, a uno al lado del otro, un calandrajo que dijo ser periodista me preguntó sobre mi opinión respecto a estar allí reunidos don Manuel y yo en la misma fila. A parte de aclararle que ambos no estábamos en la misma fila, sino haciendo cola según establecía el protocolo, le comenté que era una situación realmente llamativa: allí estábamos, para recoger lo mismo, el verdugo y la víctima. Nunca salió publicado este comentario en el diario del que era y sigue siendo director. En mi memoria ha quedado aquella escena porque alguien, por lo menos aquel día, hizo el canelo.


Y digo esto, no porque tenga sed de venganza, porque tenga algo personal contra el señor Fraga, porque ahora a los 80 años recién cumplidos mi horizonte sea juzgar a los verdugos. No es nada de eso lo que me mueve a hacer público el comentario. Traigo esta anécdota a colación porque yo aquel día seguía recordando, entre otros, a Julián Grimau, que 33 años antes había sido torturado de forma salvaje en las comisarías franquistas, y posteriormente fusilado. Y en aquellos años el señor Fraga era miembro del consejo de ministros, y dijo muchas barbaridades, de las que, que yo sepa, no se ha desdicho. En algún momento se deberá saber, a través de estudios rigurosos y objetivos, donde estaba cada uno.


De todas formas, pueden cambiarse los nombres y los protagonistas, y existen muchas otras situaciones que responden a este mismo patrón: una mentira, una falsedad, una ucronía que pasados los años se convierten en certeza, en verdad, en versión oficial.


Por esta razón, no me cansaré de defender que no fuimos víctimas, o no fuimos únicamente víctimas, fuimos luchadoras y luchadores por la libertad. En otros países, así se reconoce a los que lucharon contra regímenes dictatoriales, como en Francia y en Italia; sin embargo, en este país nuestro ni siquiera es fácil que se reconozca, con serenidad y con generosidad, que fuimos víctimas por luchar contra una dictadura. Y si bien, al final, después de mucho esfuerzo, se llega a reconocer esto, se hace cubriendo de sombra a los verdugos.


Estamos ante una exigencia política, pero lo que estamos haciendo es una batalla moral. Se trata de la memoria, llamémosle “histórica”, tal vez mejor, “democrática”. Pero sobre todo se trata de la veracidad. En mi opinión, no puede haber mejor homenaje a los que lucharon y vivieron de forma anónima –y que hoy, aunque de otras formas, siguen haciéndolo- que la luminosidad de lo veraz.


Esta luz solamente puede iluminarnos a través de las exigencias de este manifiesto -aunque seguramente otros añadirían otras más- que creo poder decir que se resumen en: reconocimiento civil, reparación moral y recuperación de la memoria democrática de nuestro país.


Ni es venganza, ni es volver al pasado, que es lo que algunos insinúan de forma falsa y de manera permanente.


Sólo añadir, como también recoge el manifiesto, que los archivos para la historia son un buen lugar por el que comenzar y continuar. Todos ellos conservan también “la vida de los otros”, es decir, de gran parte de todos nosotros.

23 jul 2007

CINCO CONFERENCIAS

ABRIL DE 1973: HA MUERTO UN OBRERO EN LA TÉRMICA
En memoria de Manuel Fernández Márquez


Todavía recuerdo, a punto de entrar en la primavera de aquel año de 1973, el impacto que nos provocó a Carlos Elvira, a Pedro Cristobal y a mi mismo esta noticia. Estábamos en Paris, ellos como yo habíamos tenido que salir del país entre finales de los años sesenta y principios de los setenta, puesto que teníamos varias causas judiciales pendientes ante el tribunal especial para la persecución de activistas sindicales y políticos denominado Tribunal de Órden Público, el TOP. Formábamos entonces parte de aquello que fue una especie de “embajada oficiosa” de las Comisiones Obreras fuera de España, y que fue conocido como “Delegación Exterior de Comisiones Obreras” (DECO). Allí recibíamos noticias del pais y nuestra tarea consistía en establecer relación con el movimiento sindical europeo y de otros paises del mundo, alcanzando, en mi opinión, una cifra extraordinaria: mantuvimos relaciones con los sindicatos de un total de 123 paises. Estos contactos tenían como doble objetivo el dar a conocer la situación del país bajo una dictadura tan cruenta y prolongada como fue el franquismo, por un lado, al mismo tiempo que intentábamos recoger el máximo de ayudas para poderlas enviar a las familias de los sindicalistas encarcelados por la dictadura, y ayudar al trabajo organizativo de lo que entonces era el movimiento de las Comisiones.
En los boletines de la DECO, que componíamos mensualmente a partir de todas las noticias sobre los conflictos obreros, la muerte del trabajador Manuel Fernández Márquez fue recogida profusamente. Recuerdo hoy todavía, como especialmente entre 1969 y 1975, por desgracia, tuvimos que hacer de “altavoz” de múltiples asesinatos de trabajadores: en Erandio, en Granada, en la SEAT de Barcelona, en Madrid, en El Ferrol, en la Tèrmica de Sant Adrià del Besòs, en Carmona y nuevamente en Madrid. Como dice Emili Ferrando en la introducción histórica de esta publicación fueron un total de “32 personas las que murieron a manos de la Policia Armada o de la Guardia Civil”.
En esta conmemoración de aquellos hechos, y del recuerdo para Fernández Márquez, creo que debemos exigirnos a nosotros mismos algo que intentamos, en la medida de nuestra posibilidades desde hace más de una década, llevar a cabo desde la Fundación Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO: “conservar nuestra memoria, difundir nuestra historia”. Esta puede ser, no sé si la única, una fórmula adecuada para insistir en que la democracia en nuestro país, imperfecta en muchos aspectos pero en la que cabe profundizar, no fue una “carta otorgada” por un supuesto “piloto” real y un grupo de “hombres buenos”; sino que fue el compendio de luchas, que en ocasiones acabaron en derrotas, de sufrimiento y torturas, que en ocasiones acabaron en victorias morales, y de presiones por parte de amplios sectores de la clase trabajadora y otros grupos y clases sociales de este país. Ante la enorme esperanza popular que se desparramaba por las calles actuaron aquellas personas que tuvieron un papel en la historia política reciente, una Historia en mayúsculas que sin embargo no debemos permitir que oscurezca a los “anónimos de la transición”, puesto que sin ellos sería imposible explicar cualquiera de los cambios que por entonces vivimos.

Angel Rozas Serrano
Presidente de la Fundació Cipriano García

LA FRAGILITAT DE LA MEMÒRIA, LA CONFIANÇA EN LA HISTÒRIA

Ángel Rozas Serrano
President de la Fundació Cipriano García de CCOO de Catalunya

El dinamisme fràgil i canviant de la memòria és el material sobre el qual construïm la nostra identitat. Per això mateix, el projecte d’intervenció cultural anomenat “Memòria Democràtica de Sabadell” pretén un diàleg entre la memòria individual i col·lectiva de la ciutadania i un altre memòria artificial, que no vol dir artificiosa, fixada a partir de la recerca històrica.
Els materials recollits en aquest llibre conformen l’exposició que és una de les peces centrals d’aquest projecte, completat amb dos línies més d’actuació. Simultàniament a la permanència de l’exposició es realitzaran dos cicles de conferències, un d’especialistes sobre la història de la ciutat i un altre de protagonistes que es faran al llarg dels mesos de novembre i desembre d’enguany. Una tercera línia d’actuació la constitueix el treball del grup de professors/res que desenvoluparan propostes didàctiques pels estudiants d’ESO i Batxiller a partir dels materials seleccionats per l’exposició que acull el Centre Pere Quart. Hem volgut a més estimular la interactivitat del projecte a partir dels materials compilats en allò que es podria considerar com projecció bessona de l’exposició, és a dir en la pàgina web que s’ha creat ex professo, l’adreça electrònica de la qual és www.memoriademocratica.org.
Aquesta exposició tindrà un caràcter itinerant, visitarà els diferents centres cívics de la ciutat de Sabadell i a més també s’exposarà a una infrastructura cultural com és el Museu d’Història de Catalunya, els mesos de març i abril del proper any 2002. Això respon a la nostra voluntat d’oferir possibilitats perquè els sabadellencs puguin participar en el diàleg que proposem i també a la consideració que el model Sabadell, referit en el text de Xavier Domènech en aquesta mateixa publicació, no respon a l’enfocament d’una història local petita i tancada, sinó al convenciment de la utilitat d’una lent de microscopi per analitzar els processos generals i els esdeveniments d’un període recent de la nostra història.
Volem agrair el suport de l’Ajuntament de Sabadell i l’Arxiu Històric de Sabadell, així com de les institucions, empreses i entitats que han col·laborat per portar a terme una proposta com la promoguda i organitzada pel Grup de Recerca sobre l’Època Franquista de la UAB i la Fundació Cipriano García - Arxiu Històric de CCOO de Catalunya. A més volem fer menció del paper de la Unió Comarcal de CCOO del Vallès Occidental, que ha mostrat que els projectes culturals han d’ésser concebuts de forma oberta i plural, i sobretot han demostrat que el sindicalisme de classe té un paper en l’espai de la política cultural del nostre país.
L’itinerari expositiu de “Memòria Democràtica de Sabadell” s’inicia amb una relació de noms de víctimes i de repressaliats a Sabadell el 1939 UN TOTAL DE?. Per a mi, i suposo que també per alguns visitants ho serà, a estat un cop. M’ha fet reconèixer-m’hi, perquè jo, com d’altres, estem fets també d’una memòria de derrota i de diàspora , a la qual no vull renunciar. Un desig seria que això serveixi per caure de memòria, no per justificar res, però sobretot per no negar les evidències. Aquest inici colpidor m’ha fet escollir un fragment de la darrera obra publicada per Antonio Muñoz Molina, “Sefarad. Una novela de novelas”, per tancar aquest text de presentació.

“(…) en una página de Internet he encontrado, en letras blancas sobre fondo negro, la lista de los sefardíes de la isla de Rodas deportados a Auschwitz por los alemanes. Habría que ir leyéndolos uno por uno en voz alta, como recitando una severa e imposible oración, y entender que ni uno solo de esos nombres de desconocidos puede reducirse a un número en una estadística atroz. Cada uno tuvo una vida que no se pareció a la de nadie, igual que su cara y su voz fueron únicas, y que el horror de su muerte fue irrepetible, aunque sucediera entre tanto millones de muertes semejantes. Cómo atreverse a la vana frivolidad de inventar, habiendo tantas vidas que merecieron ser contadas, cada una de ellas una novela, una malla de ramificaciones que conducen a otras novelas y otras vidas”.





Angel Rozas Serrano
President de la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya

Presentació de l’Exposició “La Memòria Democràtica de Sabadell, 1976-2001”, produïda per la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya



SOLIDARIDAD FRENTE A BARBARIE
Ángel Rozas Serrano
Presidente de la Fundació Cipriano García de CCOO de Catalunya

En primer lugar, quiero agradeceros a todos vuestra asistencia en este acto de hoy. Asimismo quisiera mostrar mi agradecimiento también a la directora del Auditori Barradas por la atención que hemos recibido y destacar la colaboración del Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat. Una ciudad que frecuenté en aquellos lejanos años cincuenta, y que hoy, después del tiempo transcurrido, he de reconocer que desconozco por los cambios urbanísticos que han tenido lugar en ella.

Mi intervención será breve, solamente se tratará de hacer un repaso por el motivo y los objetivos de esta exposición, así como una valoración de lo que puede representar. Y aprovecho la ocasión para que vosotros nos podáis ayudar en su difusión y pueda ser vista por el mayor número de ciudadanos.

Hace ya algunos años, desde la Fundación Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya, nos embarcamos en una aventura a la que bautizamos laicamente con el nombre “Solidaridad y Arte: Milán 1972-Barcelona 1997”. Su objetivo era el de organizar un homenaje público a un grupo numeroso de artistas españoles: artistas plásticos, poetas y cantantes. Y es que ya habían pasado más de unos años sin que el sindicalismo de clase –aquel que surgió como el movimiento reconstruido durante los años sesenta del pasado siglo XX, es decir las Comisiones Obreras- mostrara su agradecimiento a la ayuda que le brindaron aquellos artistas durante aquella Dictadura un tanto estrafalaria y botija, aunque con la suficiente capacidad y apoyos sociales para mostrarse sañuda, revanchista y eficaz en la mordaza y en la injusticia. Aquel era un reconocimiento para con la actitud y la actividad de gran parte de los artistas, durante los muchos años que duró el franquismo, pero que fundamentalmente se comprometieron en la lucha por las libertades democráticas, y expresaron su protesta ante una realidad social que no aceptaban. Muchas de sus obras se expresaban en contra del sistema político que venía de lejos y que por momentos parecía amenazar con su continuidad providencial “más-allá-de-aquel-hombre”. Hoy desde determinados sectores con influencia social se pretende una revisión a fondo de la figura de Franco y del régimen que instauró, una rehabilitación de todos los centinelas y serenos que nos protegieron del “Mal”, y nos reprimieron con el bendito “Bien” en forma de mazo de dos aspas: el aspa de la Victoria y el de la Paz entre los españoles. Algunos de estos “re-visionarios” del pasado, andan con vestido escolar, otros con ropaje de sesudo estudioso, y muchos otros con el altavoz radiofónico de potentes pilas. Allá ellos. Nosotros con aquella aventura que llegó a buen puerto el año 1997, y con esta otra exposición que presentamos conjuntamente: “Arte y Solidaridad. Los pintores españoles y el cartelismo sociopolítico” queremos resaltar no sólo el esfuerzo y el sufrimiento de muchas personas porque la sociedad española dejara atrás un régimen que todavía muchos recordamos, con bufanda de liturgia, cruzeta fascista en el pantalón y aires tecnocráticos. Creemos que también es fundamental mostrar la capacidad de creación y de invención, de confianza y de esperanza, que empapó especialmente a partir de los años sesenta a la sociedad. Queremos oponer la memoria a la desmemoria, a esa hierba que crece día a día, desde donde se empaquetan falacias con lazo como quien desde el sillón con orejas hace un arito de humo: “el franquismo fue la única vía de modernización de un país como España”, se nos dice. Bien, pues ¿cuáles fueron sus costes sociales?, pero sobre todo ¿quiénes fueron los protagonistas de esa modernización? Son algunas de las preguntas más difíciles de responder, y sobre todo más difíciles de difundir en su respuesta.

Nuevamente no me queda más que agradecer la recepción que el Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat y el Auditori Barradas han dado a nuestra propuesta. Y por supuesto mostraroos mi agradecimiento por vuestra presencia hoy aquí. Muchas gracias.

INTERVENCIÓN DE ANGEL ROZAS EN LA INAUGURACION DE LA EXPOSICIÓN SOLIDARIDAD Y ARTE, 20 DE ENERO DE 2004, EN AUDITORI BARRADAS DE HOSPITALET DE LLOBREGAT


LA PREMSA SILENCIADA

Ángel Rozas Serrano
President de la Fundació Cipriano García de CCOO de Catalunya


El catàleg que es presenta és el resultat d’un treball col·lectiu iniciat l’any 1995. Tothom que coneix les dificultats per elaborar aquest tipus d’instruments de consulta entendrà que hagi estat un temps tan llarg el que s’ha emprat, i també compartirà la idea que és del tot necessari posar finalment un límit a aquest tipus de projectes.

Un estímul per portar-ho a terme ha estat la feina dels professionals de l’Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, el qual va publicar el seu catàleg de premsa clandestina i de l’exili ara fa tres anys. És necessari reconèixer que per a nosaltres va resultar un referent en la nostra feina, pel rigor amb què es va fer i per la utilitat real que té per als investigadors i investigadores. En el nostre cas, la mateixa naturalesa de l’Arxiu Històric de CCOO de Catalunya fa que el nostre catàleg tingui algunes particularitats, i per això es va decidir fer-lo sobre el que hem anomenat “La premsa silenciada: clandestinitat, exili i contrainformació”. Això es podria considerar un oxímoron pròxim al clàssic “un silenci ple de soroll” en determinats moments, especialment a partir de principis dels anys setanta, perquè la distribució i el consum —sense que coneguem nosaltres un estudi d’aproximació a aquest fenomen— de determinada premsa política, sindical, veïnal i genèricament cultural, segurament fa difícil pensar que la Dictadura aconseguís silenciar-la. Tal vegada pot considerar-se que, al llarg del període cronològic que abasta el catàleg (1939-1977), molta d’aquesta premsa féu simplement un brogit que va anar creixent amb el pas del temps. Això sí, un brogit enmig d’un gran silenci: el que va intentar estendre el franquisme en la societat durant la seva dilatada existència.

Pensem que la publicació d’aquest catàleg, que es complementa amb altres publicacions fetes fins ara i les completa en certs aspectes, està justificada no solament perquè és la tasca pròpia de l’Arxiu Històric de CCOO de Catalunya, sinó, a més, perquè considerem que pot ser una eina útil per a la investigació, sobretot per a aquelles recerques interessades en l’estudi de la lluita antifranquista, especialment del moviment obrer i de la resta dels moviments socials catalans. Així, en la nostra opinió, la particularitat i la riquesa fonamental que aporta el catàleg és la difusió de la col·lecció de butlletins i fulls de caràcter sindical dels treballadors de grans i mitjanes empreses que s’integren en el nostre fons hemerogràfic.

En alguna ocasió s’ha utilitzat la premsa obrera per fer una crítica molt dura de l’actuació de persones que formaren part de les organitzacions d’oposició a la Dictadura. És a dir, s’ha utilitzat com a exemple de les limitacions dels projectes de l’antifranquisme per assenyalar la idealització que sovint s’ha fet de les lluites d’aquells anys. L’escriptor Eduardo Mendoza ho ha fet, en una conferència que ha estat posteriorment publicada. És clar que no entrarem aquí a valorar el judici fet pel reconegut escriptor de La verdad sobre el caso Savolta o La ciutat dels prodigis. Ara bé, la seva descripció del que era la premsa clandestina a principi dels anys setanta del segle passat, sens dubte mereix algun matís. No es tracta de controvertir totes les afirmacions, ja que això no té gaire sentit, però tal vegada sí que podem fer algunes reflexions sobre el que diu Mendoza,per situar el que podia ser i representar la premsa clandestina, en la qual l'espai obrer tingué un notable protagonisme. Ens diu Mendoza:

“(…) en aquella época era muy abundante. La prensa clandestina consistía en dos o tres hojas ciclostiladas que muchas veces, al gastarse la tinta del ciclostil, casi no se podían leer. Había muchas faltas [d’ortografia, suposem] y estaban cosidas con grapa, de cualquier manera. Se repartían clandestinamente (…)”.
[1]

I cita, entre altres, Luchas Obreras, de la CONC; Barris en lluita, de MSC; Acción, de sectors de CCOO de Barcelona, tot dient:

“(…) El texto de estas publicaciones, si lo vemos ahora, pone los pelos de punta. Eran textos muy apretados, sembrados de eslóganes y de muchos signos de admiración: “¡¡¡¡¡No puede ser!!!!!”, por ejemplo. Algunos incluían dibujos humorísticos, pero muy inocentes: un obrerete airado o un capitalista con puro y chistera. Esto no amenizaba una lectura que era generalmente bastante plúmbea. Por ejemplo, “Luchas Obreras” daba una completa información sobre las actividades de la lucha del sector obrero: “Siemens, dos horas de paro. Pirelli, cuatro horas de paro. Hispano Suiza, paro el día 11. Elsa, concentración en la puerta y manifestación a la salida (…) Y así páginas y páginas y páginas”.

L’autor reconeix que la cita que fa no busca amenitzar la seva xerrada, perquè les coses aleshores no “eran de risa”… i termina justificant el recurs de caricatura de la premsa obrera per la consideració que
“(…) entonces el movimiento obrero, en general en la lucha contra el franquismo, estuvo dirigido por individuos, encuadrados en partidos políticos, en el PSUC, en Bandera Roja o en organizaciones similares, que hicieron una labor meritoria, pero que tenían una mentalidad y un talante un poco estrecho, sórdido y funcionarial. No tenían proyecto político que ofrecer. Creo que consiguieron desalentar, en buena medida, lo que habría podido ser un movimiento más vivo y más interesante. Muchas de estas personas luego se reciclaron y han ocupado cargos en el mundo de la política, de la cultura y de la universidad con el mismo espíritu estrecho, zafio y funcionarial. Creo que conviene recordar aquella época y hacer un balance, ahora que han transcurrido tantos años, un poco menos triunfalista del que normalmente se suele hacer”.

La veritat és que totes aquestes afirmacions em semblen personalment una pedra molt grossa per tan poca mala peça. I m’explicaré: qualsevol persona que s’hagi mirat amb un cert deteniment la premsa clandestina obrera, de partit o de tipus sindical i laboral, s’adona ràpidament que moltes d’aquestes publicacions —i efectivament no ens atrevim a dir la seva totalitat— tenen la “vitalitat i l’interès” que reclama Mendoza; entre altres raons perquè parlen bastant d’un tros de la vida real a les fàbriques. Una gran part, també és cert, no solament tenen deficiències materials sinó també de redacció. Tanmateix, potser hauríem de ser més condescendents amb certs protagonistes del passat; solament cal pensar en el nivell cultural de moltes de les persones que van fer realitat un gran nombre d’aquelles publicacions. No es tracta d’adoptar un argument de línia obrerista, com es deia en aquells temps, però sí insistir que —al marge d’algunes excepcions— molts de nosaltres no teníem com una prioritat passar a formar part de la RAE. Analitzar el contingut i la forma d’aquesta documentació al marge del context en el qual es produeix no em sembla el més adequat.

Ara bé, fullejant la premsa clandestina obrera hom s’adona que no només s’hi fan consignes o crides —que també se n’hi fan—, sinó que també ens proporcionen avui moltes pistes de les preocupacions centrals dels treballadors de moltes empreses. Però tot i així, si girem l’argument de l’inrevés, l’anàlisi d’aquesta premsa dóna la possibilitat d’establir interpretacions sobre les organitzacions i els individus que hi estaven enquadrats. Així, doncs, d’una manera o altra, la premsa clandestina, sovint menyspreada, té un interès per ella mateixa, al marge de l’escassa atenció formal que hi posaven els seus “redactors” i “editors”.

I és que la premsa clandestina, obrera o no, es convertí en un element de combativitat, sovint d’èpica, però també en un element de contacte i d'informació, en alguns casos de coordinació de lluites. Era un tipus de premsa on participava gent molt diversa, no exclusivament l’obrer o el dirigent burocratitzat; cal pensar en la continuïtat professional de molts dels joves estudiants de periodisme o simplement d'aquells que van aprendre l'ofici a partir de la seva vinculació a aparells de premsa clandestina. Vist avui, i vistos els comentaris displicents de molta gent respecte de la utilitat des del punt de vista històric d'aquell tipus de documentació, és cert que la premsa clandestina és una documentació fràgil, però a més, sovint va carregada de judicis de valor, guiada per la pretensió de crear estats d'opinió. Així, doncs, tenim la idea que la premsa clandestina és una documentació que per als historiadors pot ser molt útil, sobretot en funció de les preguntes que aquests es facin.

Per últim, volíem dir que aquest treball ha comptat, com deia, amb moltes col·laboracions al llarg d’aquests anys, i així ho volem reconèixer a totes les persones que d’una manera o altra han “pecat” amb nosaltres de dedicar-se a aquestes coses. Entre aquestes persones hi ha Ferran López, M. Àngels Solà, Sylvia Colàs, i molt especialment Juanma García, Sergi Draper i Javier Tébar .


Presentació del catàleg “La premsa silenciada. Clandestinitat, exili i contrainformació, 1939-1977”, de la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOo de Catalunya

¿Cómo se explica el deseo de encontrar un lugar para vivir mejor?

Existe en mí cierto convencimiento sobre el hecho de que el análisis y la reflexión de las experiencias pasadas pueden ayudarnos hoy, en el sentido de ser útiles para hacer frente a las nuevas situaciones con actitudes, conocimientos e intuiciones que adquirimos en la medida que paseamos por el tiempo que nos ha tocado vivir. Es cierto, sin embargo, que esta experiencia en algunas ocasiones se convierte en un lastre, en una especie de receta que pretendemos aplicar a todo lo que sucede en nuestro entorno más inmediato. Entonces podemos encontrarnos amarrados al pasado, no como posibilidad del “mañana” sino como nostalgia del “ayer”.
La exposición «Retratos de migración. Estrategias para hacerse un lugar» tiene la voluntad de guiarse por la primera idea expuesta y rechazar la nostalgia como instrumento de análisis, la simplicidad como visión plana de las realidades sociales, pasadas y actuales. En definitiva, de lo que se trata es de buscar paralelismos en los fenómenos migratorios, tal y como se pretende en la exposición, con la idea de que, en alguna medida, conocer nuestra emigración histórica puede contribuir a que comprendamos mejor, en toda su complejidad, la inmigración actual que reciben nuestros países, los que forman parte de lo que se llama con frecuencia “la Europa occidental y desarrollada”.
Los millones de personas que dejaron el país a lo largo de los casi 40 años de régimen dictatorial fueron también víctimas del «nuevo orden» impuesto al finalizar la guerra civil. No obstante, no hubo exilio sólo en 1939, el más dramático de todos posiblemente por sus dimensiones, hubo exiliados hasta la misma muerte del dictador. No hubo emigración sólo a partir del 1960, cuando se hizo más masiva, sino que hubo emigración anterior, en muchas ocasiones una emigración interior como paso previo a otra emigración para dejar el país. El régimen franquista se suavizó en sus formas en algunos aspectos en sus años finales, pero su base política e ideológica se mantuvo firme, y su utilización del Estado también.
La exposición “Retratos de Migración” es un intento de ofrecer argumentos a los visitantes a partir de la escenificación de los “pasos” por los que toda persona emigrante experimenta: el viaje vivido en ocasiones como “expulsión” pero también, en otros casos, como “liberación”; la llegada al país de acogida en la que se condensan infinidad de sentimientos, a menudo contradictorios, y que hemos tratado de representar a partir de la construcción de los estados que pueden vivirse en estas primeras 24 horas; el asentamiento y la adaptación de los recién llegados, sintetizados de forma escenográfica e ilustrando las condiciones de vida y de trabajo, pero también las formas de sociabilidad. Y finalmente, este recorrido que se concibe como un viaje adopta la forma de una disyuntiva para plantear lo que consideramos un dilema fuertemente presente en la experiencia migratoria: la permanencia en el país de acogida o bien el retorno, planteado como un nuevo viaje, al país de origen.
Nuestro deseo es que esta exposición logre que las personas que la visiten reflexionen sobre el pasado y el presente de un fenómeno de tan extraordinaria importancia en nuestras sociedades como es el de los movimientos migratorios humanos.
Estoy obligado, como no puede ser otra de manera, a mostrar nuestro agradecimiento a todas las personas, entidades, instituciones y organizaciones la ayuda que nos han proporcionado. Sin ellas no habría sido posible sacar adelante esta aventura que representó el trabajo de casi dos años de Javier Tébar y de Mª Antonia Vilanova, como comisarios de las exposición, y de Juanma García e Inés Nieto como documentalistas, además de la incorporación en su fase final de la joven artista Agata Skowronek, cuando se realizaron los documentales que incorpora esta exposición, y del músico Antonio Velasco que ha compuesto unos maravillosos subtítulo musicales en cada uno de los ámbitos de la exposición. Esta cuestión me confirma que, como hace ya muchos años expresaron los artistas Joan Brossa y Antoni Tàpies, «U no és ningú», que en castellano querría decir, más o menos, que una persona aislada del resto puede tener la sensación de no ser nadie, sin que esto signifique que debamos renunciar a nuestra individualidad.
Especialmente, quiero expresar mi afecto y mi reconocimiento a todos los testigos que han sido dispuestos a prestarnos su tiempo, sus recuerdos y su intimidad para mostrarse y mostrarnos lo inagotable de cada vida individual; también a aquellos que, desgraciadamente, ya no están entre nosotros, pero la memoria de los cuales queremos preservar. A todos aquellos que querríamos, sin haber podido hablar con ellos, que también se sintieran representados en esta exposición, a los que hicieron un viaje hacia otro país y a los que lo iniciaron o lo están iniciando para llegar al nuestro.
Con la exposición, nuestra Fundación, y por lo tanto Comissions Obreres de Catalunya, ha querido situar en el debate cultural un punto de vista, en el cual insisto: «hemos sido emigrantes», una experiencia que no deberíamos ignorar, para buscar de manera valiente, siendo prudentes y al mismo tiempo generosos, soluciones políticas que aborden de lleno el fenómeno migratorio de hoy, sin miradas oblicuas, sin apelaciones de identidad exacerbadas, del tipo que sean. Con el sueño de llegar a lo que decía un dramaturgo hace siglos: sé que he nacido y que debo morir, y mi deseo es hacerlo lo mejor posible entre uno y otro extremo.

Ángel Rozas Serrano
Presidente de la Fundación Cipriano García de Comissions Obreres de Catalunya

Presentación del catálogo de la exposición “Retrats de Migració. Estratègies per fer-se un lloc”, producida por la FCG de CCOO, presentada en el Museu de la Immigració de Catalunya (Sant Adrià del Besós), 8 abril de 2005
[1] Eduardo Mendoza “El día que hice las maletas”, a Llorenç Gomis et. al. Dietario de posguerra. Anagrama, Barcelona, 1998. pàg. 153-154.

27 mar 2007

HABLA ANGEL ROZAS: EL MEMORIAL DEMOCRATICO



¿Perseguidos o perseguidores? Sobre la necesidad del Memorial Democràtic

Intervenció d’Ángel Rozas en la comissió parlamentària per les al·legacions al projecte de Llei del Memorial Democràtic, 26 de juny de 2006.

Ángel Rozas Serrano.

President de la Fundació Cipriano García de CCOO de Catalunya

Vittorio Foa, con 95 años ahora mismo si no estoy equivocado, es un viejo intelectual, político y sindicalista italiano. Pues bien, cuando le pidieron que se adhiriera a la “Asociación Nacional de Perseguidos por el Fascismo” de su país contestó que sería un error que él lo hiciera. ¿Por qué? pues porque él había sido quien había “perseguido” al fascismo; de hecho, lo había perseguido tanto que aquel régimen tuvo que meterlo en la cárcel como hizo con muchos otros, y en ella estuvo Foa entre 1935 y 1943. Por otro lado, como el mismo Foa ha dejado escrito, “se puede estar orgulloso del propio pasado, pero al mismo tiempo UNO tiene que ser humilde, profundamente humilde respecto del sufrimiento infinito de millones de personas que han dado el sacrificio de su vida, de su libertad, de su bienestar, creyendo o no creyendo, creyendo de forma justa o creyendo de forma equivocada, pero sufriendo humanamente”.

Estas reflexiones me sirven para decir que una “inmensa minoría” perseguimos tanto al franquismo que al final tuvo que meternos a muchos de nosotros en las cárceles de la dictadura del general Franco. Como muy bien ha afirmado mi buen amigo Lluís Martí Bielsa, nosotros no somos víctimas ni perseguidos o por lo menos no nos sentimos únicamente víctimas y perseguidos. Nosotros somos gentes que perseguimos, que luchamos contra el franquismo persiguiendo las libertades democráticas. Y, tal vez, esta es mi opinión, este es el mayor valor de nuestro testimonio; es decir, el de ser un testimonio ético y político.

La dictadura del general Franco, como muy bien conocemos por los más rigurosos estudios historiográficos, desde un buen principio, a partir del golpe de estado fracasado que desató la guerra civil, llevó a cabo una represión brutal. “Es que aquello era una guerra”, se puede decir y se ha dicho reiteradamente. De hecho, algunos están empeñados, desde hace años, en buscar una especie de “empate histórico” de las responsabilidades que tuvieron unos y otros en aquellos acontecimientos. Lo hacen a partir de contar el número de víctimas que se produjeron durante aquel conflicto, pero no a partir de 1939. Allá ellos. Lo cierto es que hoy existe un amplio consenso historiográfico en calificar aquella represión iniciada con el golpe militar como una “política de exterminio”, que se prolongó durante una larga “postguerra incivil”. Algunos, precisamente muchos de los que buscan un “empate histórico” en la guerra, consideran que hoy existe un “exceso de memoria”; se diría que existe una saturación de lo que en la actualidad todos denominamos “memoria histórica” –este es un oxímoron que finalmente se ha impuesto y del que debemos, en cuanto se pueda, desatarnos, aunque esto es harina de otro costal.

Sin embargo, mi opinión es que la petición de localizar y levantar las fosas comunes de las víctimas de la represión franquista de pocos años a esta parte, no es otra cosa que una forma de pedir una justicia retrospectiva que, de alguna manera, repare la injusticia introspectiva que ha marcado las vidas de muchas familias durante los últimos setenta años. Pero también, y no debemos ignorarlo, necesitan la misma justicia retrospectiva todos aquellos que fueron ajusticiados por la jurisdicción militar después de finalizar la guerra, y aquellos otros que a lo largo de la dilatada existencia del régimen pasaron por sus tribunales y sus cárceles, pero también por sus comisarías. En aquellas comisarías se aplicaron las técnicas de tortura más depuradas, transmitidas por la SS de Himler durante los primeros años cuarenta –como se deja entrever en la biografía de María Salvo realizada por Ricard Vinyes- y perfeccionadas después con los conocimientos adquiridos por algunos de los más destacados represores del régimen, como los hermanos Creix. El propio Antonio Juan Creix, tal como confesaba en 1976 al entonces ministro de gobernación, Martín Villa, fue adiestrado en las escuelas norteamericanas de la tortura durante los años cincuenta. Este es un testimonio que conocemos gracias a Antoni Batista por su libro, único hasta el momento, sobre la Brigada Social. El “amigo americano”, por tanto, no sólo nos trajo “leche en polvo” como algunos piensan. Si bien es cierto que tampoco todo fue rematadamente “imperialista”, como otros tantos defienden.

No es mi deseo el apabullar con el dolor y el heroísmo de las gentes que lucharon por las libertades democráticas y nacionales de Cataluña y del resto del país. Pero por favor, contribuyamos entre todos a cerrar las heridas abiertas durante tantos años, a cicatrizarlas. Enterremos a nuestros muertos y dignifiquemos su memoria o, más bien, sus memorias. Pero también, y sobre todo, no olvidemos a las otras víctimas, a los que no se han muerto todavía, a aquellos que también “persiguiendo” a la dictadura se convirtieron en luchadores por la libertad y la democracia en nuestro país, y no en víctimas a secas.

No es mi intención aburriros con análisis de determinados acontecimientos o de ofreceros una interpretación sobre fechas y datos, que a mí, por otro lado, no me corresponde hacer. Trato solamente de calibrar y hacer ver el valor de determinadas actitudes. Lo cierto es que desgraciadamente ya vamos siendo cada vez menos quienes podemos rememorar de forma individual aquellas experiencias puesto que ya no están muchas personas que, de una forma u otra, con una acción u otra, “persiguieron” a la dictadura. Pero todavía podemos recordar en grupo, podemos ayudar a conformar una memoria colectiva, o mejor una conciencia histórica y también afectiva de aquellos “desafectos” del régimen, que nos ayude a saber algo sobre nuestra identidad como sociedad.

Es cierto que muchos de nosotros, por las circunstancias de aquellos momentos, tuvimos que “aprender enseñando” o “enseñar aprendiendo” para hacer frente a la absoluta falta de libertades. Pero también es verdad que antes que nosotros había muchos otros, aquellos que nos precedieron y de los cuales es extraordinariamente difícil hablar porque el franquismo victorioso se encargó de borrar su pasado y su memoria, consiguiéndolo hasta cierto punto. Hoy aquellas personas pueden llegar a parecer letras de un abecedario o simplemente números. Este es –como ha señalado Antonio Muñoz Molina en su novela de novelas: Sefarad- un riesgo que existe y que debemos evitar. De muchas de aquellas personas, que fueron veladas y oscurecidas por la dictadura, también nosotros pudimos, en parte, recoger enseñanzas. Y por eso compartimos plenamente la delimitación cronológica del proyecto de Ley del Memorial Democràtic. Es decir, que se inicia allí donde comenzó la esperanza de una democracia, la republicana, que finalmente fue frustrada.

Nuestra tarea, y hablo también especialmente de las asociaciones de testimonios, no es la de ser directivos del Memorial. La digna carrera de directivo, en mi opinión, está para otras edades y también, seguramente, para otras capacidades que las nuestras. Nuestra tarea es otra, es la de contribuir y participar en la transmisión plural de la memoria democrática de este país que, por otro lado, está, o debería estar, en permanente construcción. Para ello es necesario que se apruebe y se despliegue la Ley del Memorial Democràtic que se está tramitando en el Parlament de Catalunya, gracias a que el consenso mayoritario de las fuerzas políticas que forman hoy parte de él ha hecho posible su tramitación. Pero también para que a muchos de nosotros nos dé tiempo de colaborar en ello.

Nosotros, a los que nos llaman “testimonios” –y que inevitablemente cada vez seremos menos- debemos empeñarnos en dar sentido a nuestra vida a través de reflexionar sobre nuestra experiencia vivida. Pero después -como han venido haciendo las “Dones del 36” hasta que han podido o la Asociación de Ex-presos políticos, entre otros muchos grupos- como digo, después de tratar de captar el sentido moral de nuestra experiencia creo que sería positivo transmitir ideas y valores que sirvan para actuar sobre el mundo en el que vivimos. Y el proyecto del Memorial Democràtic, así lo considero yo, recoge este planteamiento pro-activo. No veo ni motivos, ni argumentos de la noble política para sostener lo contrario. Desde la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya, en representación de la cual escribo estas letras, hemos intentado desde hace casi 20 años impulsar y estimular el conocimiento de nuestra historia reciente, con la idea de que es necesario –es posible que cada vez sea más necesario- ver de forma rigurosa e imparcial cómo, quiénes y qué representó la construcción de la democracia en nuestro país ¿cómo entender si no qué puede representar hoy su mantenimiento y fortalecimiento?

Debemos empeñarnos en transmitir, de forma plural, valores como la solidaridad, el esfuerzo individual y común, la preocupación por la formación y la autoformación, la igualdad en la diferencia, la justicia social, la racionalidad que ponga límite a la irracionalidad y a los comportamientos viscerales y poco reflexivos. Y al mismo tiempo que nos ayuden a analizar y ver la complejidad de los fenómenos históricos y sociales. Se trata realmente de defender el humanismo y el conocimiento racional, frente al ilusionismo de lo simplista, frente a lo engañoso de que nada puede cambiar y frente a la aceptación de esta falta de valor tal como se nos presenta. En mi opinión, con el proyecto de Ley del Memorial Democràtic puede llevarse a cabo parte de esta urgente y enorme tarea, que es una responsabilidad y una obligación tanto de los gobernantes como de los gobernados. Y ¿para qué empeñarnos en esto? Pues para interpretar los fenómenos que van apareciendo en nuestra sociedad. Esta sociedad de la imagen y, paradójicamente, de la opacidad. Esta sociedad del cambio tecnológico vertiginoso y, nuevamente como paradoja, de la involución a través de una mayor desigualdad entre las personas. Una desigualdad presente en nuestra casa más cercana y en el conjunto del Planeta Tierra del que todos somos inquilinos.

Para participar en llevar esto a cabo, y en mi opinión creo que todos estamos de acuerdo, la idea que debemos desterrar la gente de más edad es la de exigir las gracias a las nuevas generaciones por lo que hicimos. Debemos ser sinceros: lo que hicimos no lo hicimos por ellos, lo hicimos por nosotros en primer lugar, y, después, también posiblemente pensando en ellos. Sin embargo, tal como he comentado con algún amigo de forma reciente, es muy probable que sea cierto lo que una alumna de enseñanza secundaria expresó en un aula: ella había nacido aquí, en la misma democracia que hoy existe en nuestro país, y, por tanto, no tenía porqué dar las gracias reverentemente a nadie, porque ella forma parte de este sistema de libertades. Nosotros luchamos por la democracia, pero no podemos pensar que hemos sido quiénes se la hemos dado a los jóvenes porque ellos han nacido en ella; no estoy seguro de que la recibieran -como a veces nos empeñamos en insistir- simplemente la han tomado. Es, por consiguiente, tanto de ellos como nuestra. Y puede que estén, con razones o sin ellas, menos satisfechos de lo que nosotros a menudo pensamos. Otros, estos mismos jóvenes, tendrán que luchar para tratar de hacer posible que las libertades que tenemos sean más y más robustas, que se profundice en ellas. Nuestra experiencia muestra que existen posibilidades para que esto sea así.

La gente mayor, pero también la menos mayor, debemos evitar transmitir una memoria personal anecdótica y nostálgica. Hacerlo requiere un esfuerzo, pero creo que debemos tratar de transmitir las experiencias que tienen utilidad y sentido para las generaciones más jóvenes, para su vida hoy, para hacer frente a sus problemas. Aunque estos problemas no son los mismos, son muchos y diferentes, a los que nosotros nos enfrentamos durante la dictadura. Por eso, tal vez, el valor de la memoria consiste en encontrar motivos en el presente para recordar. Es decir, en encontrar otra vez hoy las razones de la defensa de la libertad, de la lucha para la igualdad o de profundizar en la búsqueda que nos permita conocer la solidaridad. Si no se produce de esta forma, si no nos esforzamos en encontrar motivos nuevos para rememorar, en estos y otros valores, terminamos convirtiendo la memoria en algo inútil, sobrante, vacío. La transformamos, de hecho, en un objeto y no en un proceso mental que nos pueda ayudar hoy para actuar en sociedad, una idea esta que tomo prestada de nuevo del socialista Vittorio Foa. Este es el sentido que yo personalmente veo y entiendo, y por tanto comparto, en el lema del Memorial Democràtic: “un futur per al passat”.

Sé que los conflictos de memoria están hoy y estarán mañana presentes. Siempre, en realidad, lo han estado. Pues, con más motivo por ello, debemos por fin, y de una vez, dignificar a las víctimas de la guerra civil, pero también de todas las guerras pasadas y actuales. Y dignificar a las víctimas de la dictadura franquista, pero también a las víctimas de todas las dictaduras. Pero especialmente poner de relieve y dignificar a las gentes que se comprometieron y se entestaron en alcanzar el sueño de la libertad y de la igualdad, ambas eran entonces para algunos, no sé si muchos, unas utopías. Estas son unas tareas necesarias y justas. Existe, sin embargo, un riesgo, y es que centrarnos de forma exclusiva en las víctimas del pasado puede conducir a legitimar un presente repleto de problemas, cuando en realidad, desde mi punto de vista, la idea fundamental que debemos transmitir a partir de nuestra experiencia es que lo que existe no existe de forma “natural”, imperturbable e imperecedera. Por esta razón, recuperar la memoria no debe hacernos ignorar los esfuerzos que nos quedan por hacer también para con las víctimas del presente y, desgraciadamente, para las que esperan y nos esperan allí, en el futuro.

Pasado y presente se comunican diariamente en nuestras vidas. Por esa razón, entre otras, se están hoy debatiendo estas cosas en la sociedad catalana y española. Antes de actuar debemos conocer, conocer y comprender nos acerca a los problemas a los que queremos dar soluciones. Y para ello nos es útil el conocimiento de lo que pasa hoy y de lo que pasó ayer. Una tarea, sin duda, gigantesca para una persona, pero una tarea posible para una sociedad de personas críticas y organizadas, y para su gobierno. Hoy estamos en condiciones de hacerlo, no los retrasemos por más tiempo. Esta es una cuestión que nos debemos todos a nosotros mismos. Y el proyecto de Ley del Memorial Democràtic sobre el que deliberará el Parlament de Catalunya puede ser un instrumento útil para fortalecer los valores de la ciudadanía actual y futura para hacer frente a sus propios retos.

25 mar 2007

DICTADURA Y RESISTENCIA ANTIFRANQUISTA

En la clausura de la Escola de Joves sindicalistas 2006


Ángel Rozas

President de la Fundació Cirpiano García - Arxiu Històric de CCOO de Catalunya


La Segunda República se ha dicho, y cabe insistir en ello, fue una esperanza frustrada. ¿Hacia donde apuntaban las esperanzas que abrió aquel régimen entre la clase trabajadora y las clases populares, y entre sectores de las clases medias progresistas? Aquellas esperanzas en un futuro mejor se concretaban de forma resumida, en mi opinión, en la posibilidad de incorporación a la vida política y cultural de amplios sectores sociales que habían estado tradicionalmente excluidos de ella. Así como en el deseo de un avance social a través de pasos importantes en el reconocimiento de la igualdad entre géneros, de la educación, de la asistencia médica y de la igualación en derechos y obligaciones para el conjunto de las clases y grupos que componían la sociedad española de los años treinta.


A esto cabría añadir dos cuestiones más. Por un lado, un enorme esfuerzo, polémico en su aplicación pero de extraordinaria importancia, llevado a cabo en el terreno de la definición laica del Estado y en el replanteamiento de las relaciones Estado-Iglesia. Y por otro lado, en el diseño y concepción progresivamente descentralizadora y federal de las relaciones entre el conjunto de los territorios que conformaban España, con la aprobación del Estatut d’Autonomia de Catalunya en 1932 y de los de Euskadi y Galicia en proceso de aprobación entre enero y julio de 1936.


Pero además, el régimen republicano representaba la posibilidad de una modernización de las estructuras económicas del país, a través de mejoras sustanciales en las relaciones laborales y en el planteamiento –si bien es cierto que de carácter moderado y finalmente inconcluso- de una reforma agraria de carácter progresista.


En definitiva las propuestas puestas encima de la mesa representarían un cambio importante en la esfera política, económica, social y cultural de una España que arrastraba graves problemas a los que el sistema de la Restauración y la monarquía como su máxima expresión no habían puesto solución. No debemos olvidar, que dentro de aquel propio régimen monárquico se implantó una dictadura, admitida por Alfonso XIII, la del general Miguel Primo de Rivera, que agotó su presunta propuesta regeneradora en poco menos de seis años, entre 1923 y 1929.


Por otro lado, tampoco debemos dejar de lado el complejo y convulso contexto internacional en el momento de la proclamación de la República. Estamos hablando del período de entreguerras, durante el cual de forma progresiva tuvo lugar la crisis de la democracia liberal y la aparición de las alternativas que marcarían el siglo XX, el surgimiento del fascismo, como contrarrevolución vestida de una revolucionaria tercera vía, y el comunismo como promesa de la revolución obrera que tuvo su espejo durante años en la obra del bolchevismo con la creación de la Unión Soviética.


A aquel contexto social y político debemos añadir los efectos de la crisis económica mundial de 1929, la mayor que se había vivido hasta entonces. Aunque sus efectos fueron desiguales en el conjunto de las economías europeas.


Además de este contexto internacional incierto, es posible considerar que en los cinco años que mediaron entre 1931 y 1936, dejando ahora al margen los tres años de guerra civil, algunas de las fuerzas sociales y políticas en presencia durante el período no dejaron de obstaculizar la realización de aquellas propuestas esperanzadoras y que representaban unas reformas de gran calado.


Es cierto que durante aquellos años en el país se fue generando un ambiente tenso, extraordinariamente politizado y en determinados momentos de elevada violencia. Pero esto, estaba sucediendo también en los países de nuestro entorno como en Francia, por poner un ejemplo, pero también en países del este de Europa, en ninguno de los cuales habían triunfado todavía los movimientos genéricamente definidos como fascistas, a diferencia de lo que había sucedido primero en Italia y con posterioridad en Alemania.


La República desde luego no fue una república revolucionaria, como a veces, con buena o mala fe, parece querer darse a entender. Por un lado, por los que la mitifican desde la óptica supuestamente republicana y, por otro lado, por los que la desprecian y denigran desde una visión antirrepublicana.


Fue un régimen burgués progresista, muy progresista sin duda, solamente cabe remitirse al texto constitucional que se aprobó. Pero no representó una revolución política más que en aquello que por comparación con la época anterior podría verse así.


La revolución social y política no se desencadenó hasta que las fuerzas reaccionarias de la derecha apoyaron y alentaron un golpe de estado de un grupo de militares rebeldes formados en las luchas coloniales - y es del todo necesario insistir en ello- que fueron los que quebraron la legalidad republicana obtenida en las urnas en febrero de 1936. No hubo golpe preventivo ante una revolución social inminente. Hubo, eso sí, contribución a la exasperación, al conflicto y al enconamiento de posiciones en los meses anteriores al 18 de julio de 1936. No obstante, fue el fracaso de aquel golpe de estado lo que condujo a la guerra civil y estimuló, con el derrumbamiento inicial del poder institucional republicano, el inicio de una revolución.


No voy en este caso a entrar a exponer lo que representó la guerra civil española. Sin embargo, sí quiero señalar que, entre otras muchas cosas, se ha considerado como un prolegómeno de la Segunda Guerra Mundial, que también podría ser vista, en definitiva, como una auténtica guerra civil europea.


Sin duda, la neutralidad de los países como Francia e Inglaterra en alguna medida contribuyó a que el bando rebelde, apoyado por la Alemania Nazi y por la Italia fascista, pudiera fortalecerse militarmente y derrotar a la República que solamente contó con el apoyo de la Unión Soviética. Sé que este es un tema polémico, y puesto que doctores tiene la Iglesia, que sean ellos quiénes disipen nuestras dudas a partir de trabajos de investigación histórica rigurosos e independientes.


La victoria del bando autodenominado “nacional” en abril de 1939 representó en primer lugar la desaparición de todo tipo de libertades civiles y democráticas. En base a ello se inició la persecución, el asesinato, el fusilamiento, el encarcelamiento, el trabajo forzado –por no decir, el trabajo esclavo- de miles de personas que eran consideradas como simples “vencidos”.


Y la jerarquía de la Iglesia católica no sólo auxilió, concediendo bases ideológicas al nuevo régimen, sino que justificó aquello que ella misma calificó como “Cruzada nacional”, es decir justificó una represión brutal, muy superior a cualquiera de los otros regímenes fascistas en tiempos de paz, en aquella tarea que consistió, desde la visión compartida por las autoridades políticas y religiosas de “limpiar a España de elementos indeseables”, poniendo la violencia al servicio del orden social.


Si dura fue aquella guerra civil, posiblemente igual o de mayor dureza fue la larga “postguerra incivil” que prolongó voluntariamente el franquismo, al negarse a adoptar medidas de amnistía política y estar frontalmente en contra de cualquier iniciativa de “reconciliación” entre los españoles.


Esta consideración condujo a las nuevas autoridades franquistas a tratar y hablar de aquellos seres humanos, calificados genéricamente como rojos, masones y separatistas, como inferiores, anti-españoles, apátridas, escoria de la sociedad, y un largo etcétera de calificativos que me ahorro de enumerar. Y lo hacían en función de si aquellas personas eran “afectas” o “desafectas” al régimen. Dejando ahora de lado a la masa de los denominados “indiferentes”. En definitiva todos ellos eran argumentos, desde el punto de vista de las autoridades, para tratarlos como elementos innecesarios dentro de la “comunidad nacional” que pretendió construir el fascismo español. La sociedad se dividía, así pues, en “buenos” y en “malos” españoles. Esta fue una visión del país que perduró a lo largo de la dictadura. Y cuando uno lee la prensa hoy, según qué circunstancias y declaraciones parecen indicar que aquello ha dejado poso entre determinados sectores de la “sociedad política” actual.


Sin embargo, durante aquellos primeros años el régimen liderado por el general golpista Francisco Franco Bahamonde vivió la euforia del fascismo, que declinó conforme las operaciones bélicas, a partir de 1942, mostraban que la victoria estaba en el bando de los aliados. A partir de 1945, con la derrota del Eje, es decir de los aliados del régimen, este trató de borrar todas las huellas de aquella estrecha amistad. Pero muchas de ellas permanecen, son débitos del pasado.


Alguna de estos vestigios imborrables son, por ejemplo, las fosas comunes que hoy en día algunos de los familiares de las víctimas de la represión franquista tratan de localizar como forma de recuperar la memoria del pasado, como elemento de justicia retrospectiva para con las víctimas. Pero también, y no debemos ignorarlos, todos aquellos que fueron ajusticiados por la jurisdicción militar después de finalizar la guerra, y aquellos otros que a lo largo de la dilatada existencia del régimen pasaron por sus comisarías y sus cárceles. En ellas se aplicó las técnicas más depuradas transmitidas por la SS durante los primero años cuarenta, que después se perfeccionaron con los conocimientos adquiridos por algunos de los más destacados torturadores en las escuelas norteamericanas de la tortura durante los años cincuenta, como Antonio Vicente Creix, una de las figuras más tristemente recordadas de lo que nosotros llamamos “Brigada Social”.


Desde el punto de vista de la organización de la clase obrera, el régimen no sólo desarticuló a través de una durísima represión al conjunto de asociaciones obreras, sino que siguiendo el modelo fascista estableció formas de encuadramiento social del conjunto de los trabajadores, creando el denominado “Sindicato Vertical”, es decir las organizaciones sindicales del partido único, Falange Tradicionalista y de la JONS.


FET-JONS fue el resultado de la fusión del conglomerado de fuerzas derechistas que habían dado su apoyo al bando “nacional”. Utilizó el manto del movimiento fascista español liderado por José Antonio Primo de Rivera, denominado Falange Española, pero también agrupó en él a carlistas y antiguos monárquicos, constituyendo finalmente lo que las autoridades denominaron “Movimiento Nacional”.


No me corresponde entrar a mi en el debate historiográfico sobre la naturaleza del régimen, que algunos consideran como fascista, otros fascistizado y otros como autoritario. Es un debate que dura muchos años, largo, complejo y lleno de matices. Pero aquí doy yo mi opinión como militante obrero y víctima del régimen dirigido por el general Franco. Y mi opinión es que el régimen fue en sus orígenes fascista y mantuvo durante toda su larga existencia los elementos esenciales con los que nació. Evidentemente modulando estos rasgos esenciales, primero por la derrota de sus aliados, que no eran otros que los fascismos europeos, y segundo por los cambios en la política internacional y por la propia evolución de la sociedad española.


Pero cabe aquí recordar una cuestión, y es que la dictadura, se califique como se califique, siempre utilizó la guerra civil como legitimidad de su poder, después, ciertamente, añadiría la paz y el “desarrollismo” como otras fuentes de legitimidad durante los años sesenta; pero la guerra civil fue, de forma sarcástica, el infierno necesario para llevar a los españoles al “paraíso” del catolicismo y del orden, que las autoridades nunca dejaron de ofrecer como referente privilegiado de su historia. Y es que el franquismo, con Franco en la cama en noviembre de 1975, murió como había nacido, es decir fusilando en setiembre de aquel mismo año a un grupo de jóvenes anti-franquistas.


Por eso están tan empeñados los vindicadores de la memoria del franquismo en tratar de hacer un revisionismo sobre la guerra civil, necesitan hacerlo para justificar la dictadura, y lo hacen, perdonar la expresión, de forma “garbancera” y, de momento en mi opinión, poco inteligentemente, puesto que se trata de una simple trascripción de mitos y de la versión oficial que mantuvo el régimen. Aunque, también es cierto y preocupante, que estos “neo-franquistas” lo hacen con cierto éxito editorial y de ventas, con el apoyo de determinados medios editoriales y de comunicación, a pesar de que sus productos sean unas “mentiras convincentes” que no son aceptadas por la historiografía más seria sobre estos asuntos, y que de hecho son combatidas por los estudios rigurosos que desde hace tiempo se están llevando a cabo.


Ahora, en la segunda parte de mi intervención, trataré de exponer brevemente alguna reflexión sobre qué representó, desde mi punto de vista, la aparición de nuevas formas de auto-organización obrera durante los años sesenta al margen de aquel Sindicato oficial, el “Vertical”, que antes he mencionado.


La fecha del 20 de noviembre de 1964 constituye un referente en la memoria colectiva de nuestro Sindicato, es decir de Comisiones Obreras de Catalunya, y lo que es más importante, esa fecha también ha pasado a formar parte ya de la Historia de la sociedad catalana.


Muy posiblemente la fecha es lo de menos, pensareis y seguramente con razón. Aunque existen otras razones para darle alguna vuelta al asunto; porque podría haber también otras fechas donde situar aquel acontecimiento, como por ejemplo en las reuniones preparatorias llevadas a cabo en los bosques y parajes que rodean Barcelona, en la parroquia de Sant Miquel de Cornellà de Llobregat, meses antes. Como en tantas otras iglesias y locales cedidos por los capellanes más comprometidos con la cuestión social, como elípticamente se denominaba durante aquellos años a la “cuestión obrera”.


Sin embargo, es posible decir que fue en el teatro anexo de la parroquia de Sant Medir –en la tradicional barriada obrera de Sants- y gracias a personas como el ya fallecido Mosén Vidal, o amigos que todavía hoy están en la brecha como mosén Bigordà, y tantas otras personas como ellos.


Hace pocos días tuvo la suerte de asistir a un reconocido homenaje a Gregorio López Raimundo y al padre Díaz Alegría. A este último lo conocí allá por el año 1964 en la barriada chabolista madrileña, la del Pozo del tío Raimundo. En el homenaje que les hizo a ambos la Fundación Alfonso Carlos Comín, fui consciente, o en cualquier caso más consciente, de la importancia que tuvo en aquellos años la confluencia de cristianos y comunistas en la lucha por las libertades. Es decir, los cristianos progresistas no fueron lo que se decía antes “compañeros de viaje”, fueron auténticos protagonistas en el sueño de hacer realidad una sociedad más justa y más libre.


Perdonad que me haya desviado por un momento del tema. Ahora quiero decir que en Sant Medir se dio el impulso a una primera comisión obrera de Barcelona que agrupaba a los trabajadores de distintos ramos de la producción, allí recibiría un impulso inicial que al parecer fue definitivo para tener una presencia y una expresión continuada en la lucha contra la Dictadura franquista, desde la mitad de la década de los años sesenta.


Fijaos bien, por otro lado, en qué consistió aquel acto del 20 de noviembre de 1964: fue una reunión de unos 300 trabajadores de los diferentes ramos de la producción discutiendo sobres nuestros problemas laborales y sociales. Aquella era una actividad que formaría parte de lo cotidiano para la mayor parte de nuestros conciudadanos actuales. Hoy se lleva a cabo diariamente en los locales sindicales de Barcelona, de Cataluña y de todo el país. Sin embargo entonces se hacía en los locales vinculados a un templo religioso, convirtiendo en excepcional aquella actividad. Pero además para la comprensión de lo que representaba entonces, solamente cabe añadir su contexto: era un momento en que el derecho de reunión, de asociación y de expresión estaban totalmente prohibidos por un régimen basado en la abolición de estos y otros derechos básicos de ciudadanía.


Ese es su valor, el que le da sentido a aquellos actos que todavía podemos rememorar. Desgraciadamente ya vamos siendo cada vez menos quienes podemos hacerlo de forma individual, puesto que ya no están entre nosotros muchos de aquellos trabajadores reunidos en asamblea, al igual que tampoco lo están muchos de los religiosos que nos mostraron y brindaron su apoyo, cediendo los locales que nos negaba el Sindicato Vertical para reunirnos. Pero podemos recordar en grupo. Podemos ayudar a conformar una memoria colectiva, o mejor una conciencia histórica y también afectiva de aquellos “desafectos” del régimen, que nos ayude a saber algo sobre nuestra identidad.


En la época en que grupos de hombres y de mujeres, de trabajadores, comenzaron a considerarse miembros, unidos por ello, en las Comisiones Obreras, es decir va para casi medio siglo, teníamos, es evidente, otro tipo de urgencias históricas, era una urgencia claramente definida, la falta absoluta de libertades. Hoy es la profundización de la libertad con el máximo de igualdad. Sin embargo, las decisiones requerían entonces, y requieren ahora, en muchas ocasiones, la necesidad de conocer, conocimiento y acción, teoría y práctica, presión y negociación, “sindicalismo-de-clase-y-nacional” –todo junto como nos gusta decir a nosotros- son formas, y permitirme la broma, son formas compuestas que han caracterizado a las Comisiones.


Y es que ¿cómo actuar sobre la realidad que uno no conoce? Es cierto que muchos de nosotros tuvimos que “enseñar aprendiendo” o “aprender enseñando” a otros, por las circunstancias de aquellos momentos. Pero también es verdad, que antes que nosotros había muchos otros, aquellos de los cuales es extraordinariamente difícil hablar porque el franquismo victorioso se encargó de borrar su pasado y su memoria, consiguiéndolo hasta cierto punto. Pues bien, de muchas de aquellas personas que fueron veladas y oscurecidas por la dictadura también nosotros pudimos, en parte, recoger enseñanzas.


Porque antes de actuar debemos conocer, conocer nos acerca a los problemas a los que queremos dar soluciones. Y para ello nos es útil el conocimiento de lo que pasa hoy, y de lo que pasó ayer. Una tarea tal vez gigantesca para una persona, pero una tarea posible para una sociedad civil de personas críticas y organizadas.


No quiero aburriros hoy con análisis de determinados acontecimientos o de ofreceros una interpretación sobre fechas y datos, que a mí no me corresponde hacer. Tratare solamente de calibrar y hacer ver el valor de determinadas actitudes. No es mi deseo el apabullar con el dolor y el heroísmo de las gentes que lucharon por las libertades democráticas y nacionales de Cataluña y del resto del país. Debemos, la gente mayor, evitar transmitir una memoria personal anecdótica y nostálgica, evitar caer en las “historias del abuelo cebolleta”. Es un esfuerzo, pero creo que debemos tratar de transmitir las experiencias que tienen utilidad y sentido para las generaciones de hoy, para su vida hoy, para hacer frente a sus problemas que si bien no son los mismos, son muchos y diferentes a los que nosotros nos enfrentamos durante la dictadura.


Es decir, primero nosotros, a los que nos llaman como “testimonios” –cada vez habrá menos- debemos empeñarnos en dar sentido a nuestra vida a través de reflexionar sobre nuestra experiencia vivida, pero después como han venido haciendo las “Dones del 36” hasta que han podido, o la Asociación de Ex-presos políticos entre otros grupos, como digo después de tratar de captar el sentido moral de nuestra experiencia creo que sería bueno transmitir ideas y valores que sirvan para actuar sobre el mundo en el que vivimos.


Valores como la solidaridad, el esfuerzo individual y común, la preocupación por la formación y la autoformación, la igualdad en la diferencia, la justicia social, la racionalidad que ponga límite a la irracionalidad y los comportamientos viscerales, y al mismo tiempo nos permita ver la complejidad de los fenómenos sociales y del ser humano. En definitiva, se trata de defender el humanismo y el conocimiento racional, frente al ilusionismo de lo simplista, lo engañoso de que nada puede cambiar, la aceptación del valor tal como se nos presenta.


Y ¿para qué empeñarnos en esto? pues para interpretar los fenómenos que van apareciendo en nuestra sociedad, esta sociedad de la imagen y, paradójicamente, de la opacidad; esta sociedad del cambio vertiginoso y, nuevamente como paradoja, de la involución a través de una mayor desigualdad entre las personas, en nuestra casa más cercana y en el conjunto del Planeta Tierra.


Desde la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya, en representación de la cual os estoy hablando en este acto, hemos intentado como algunos de vosotros sabéis desde hace más de 15 años impulsar y estimular el conocimiento de nuestra historia reciente, con la idea de que es necesario –es posible que cada vez sea más necesario- ver de forma rigurosa e imparcial cómo, quiénes y qué representó la construcción de la democracia en nuestro país ¿cómo entender si no qué puede representar hoy su mantenimiento y fortalecimiento?


Pero la idea que debemos desterrar la gente de más edad, y creo que todos en mi opinión, es la de exigir las gracias a las nuevas generaciones por lo que hicimos. Y debemos ser sinceros, lo que hicimos no lo hicimos por ellos, lo hicimos por nosotros en primer lugar, y después también posiblemente pensando en ellos. Sin embargo, tal como he comentado con algún amigo de forma reciente, es muy probable que sea cierto lo que una alumna de enseñanza secundaria expresó en un aula: ella había nacido aquí, en la democracia que hoy existe en nuestro país, y no tenía porqué dar las gracias reverentemente a nadie, porque ella forma parte de esto, aunque posiblemente no esté del todo satisfecha con lo que tenemos.


Nosotros luchamos por la democracia, pero no podemos pensar que hemos sido quiénes se la hemos dado a los jóvenes, ellos han nacido en ella, y por consiguiente es tanto de ellos como nuestra. La democracia parlamentaria tiene un gran valor, pero no debemos considerar que es un valor en sí misma, porque la democracia –por la que luchamos, insisto- tenía otra forma, contemplaba otro tipo de participación, aspiraba a ser la combinación de la mayor libertad con la mayor igualdad. Y eso posiblemente todavía no ha llegado. Otros tendrán que luchar para tratar de hacerlo posible. Nuestra experiencia muestra que existen posibilidades para que ello sea así.


“La lucha contra el poder es una lucha de la memoria contra el olvido”, como ha dejado escrito el novelista europeo Milan Kundera. Por tanto, debemos considerar, entonces, que dignificar a las víctimas, de la guerra civil pero también de todas las guerras, es una tarea necesaria y justa. Esto sin embargo, no nos permite ignorar las tareas que nos quedan para con las víctimas que esperan en el futuro, porque centrarnos de forma exclusiva en otras puede conducir a legitimar un presente repleto de problemas, cuando en realidad, desde mi punto de vista, la idea fundamental que debemos transmitir a partir de nuestra experiencia es que lo que existe no existe de forma “natural”, imperturbable e imperecedera. Lo que existe es la construcción del ser humano en sociedad, lo construido a través de la historia. Es producto de nuestros actos, eso sí a partir de elevados grados de incertidumbre y de condicionantes, pero al fin y al cabo la historia la hacen las mujeres y los hombres, aunque su resultado no sea siempre el que se busca o desea.

20 mar 2007

EN EL CUARENTA ANIVERSARIO DE LA CONC

INTERVENCION ANGEL ROZAS

EN 40 ANIVERSARIO DE CCOO DE CATALUÑA,

19 de novembre de 2004

La fecha del 20 de noviembre de 1964 constituye un referente en la memoria colectiva de nuestro Sindicato; pero, lo que es más importante, esa fecha también a pasado ya a formar parte de la Historia de la sociedad catalana.

Muy posiblemente la fecha es lo de menos, pensareis y seguramente con razón. Aunque existen otras razones para darle alguna vuelta al asunto; porque podría haber también otras fechas donde situar aquel acontecimiento, como por ejemplo en las reuniones preparatorias llevadas a cabo en los bosques y parajes que rodean Barcelona, en la parroquia de Sant Miquel de Cornellà de Llobregat, meses antes. Como en tantas otras iglesias y locales cedidos por los capellanes más comprometidos con la cuestión social, como elípticamente se denominaba durante aquellos años a la cuestión obrera.

Sin embargo, es posible decir que fue en el teatro anexo de la parroquia de Sant Medir –en la tradicional barriada obrera de Sants, y gracias a personas como el ya fallecido Mosén Vidal, o el aun en la brecha mosén Bigordà, y tantas otras personas como ellos - donde una primera comisión obrera de Barcelona recibiría un impulso que al parecer fue definitivo para tener una presencia y una expresión continuada en la lucha contra la Dictadura franquista, desde la mitad de la década de los años sesenta.

Algunos pueden pensar que esta es una manera de evitar que el 20 de noviembre de cualquier año pueda ser monopolizado por la memoria de otros. Sin embargo, he de confesar que estoy convencido de que, con toda probabilidad, la mayoría de personas que estábamos reunidas en Sant Medir desconocíamos la fecha en que murió José Antonio Primo de Rivera. Y mucho menos, puedo dar fé de ello, podíamos adivinar la fecha en que “aquel hombre en forma de Caudillo que padeció España durante tantos años” podía abandonar este mundo.

Fijaros en qué consistió aquel acto del 20 de noviembre de 1964: fue una reunión de unos 300 trabajadores de los diferentes ramos de la producción discutiendo sobres nuestros problemas laborales y sociales en los locales de un templo religioso. Aparentemente algo “normal” para la mayor parte de nuestros conciudadanos; hoy esta es una actividad que se lleva a cabo diariamente en estos locales donde estáis y en otros. Pero para la comprensión de lo que representaba entonces, solamente cabe añadir su contexto: era un momento en que el derecho de reunión, de asociación y de expresión estaban totalmente prohibidos por un régimen basado en la abolición de estos y otros derechos básicos.

Ese es su valor, el que le da sentido a aquellos actos que todavía podemos rememorar. Desgraciadamente ya vamos siendo pocos quienes podemos hacerlo de forma individual, puesto que ya no están entre nosotros muchos de aquellos trabajadores reunidos en asamblea, al igual que tampoco lo están muchos de los religiosos que nos mostraron y brindaron su apoyo. Pero podemos recordar en grupo. Podemos ayudar a conformar una memoria colectiva, una memoria también afectiva de aquellos “desafectos” del régimen, que nos ayude a saber algo sobre nuestra identidad.

Por eso, lo que sí sabemos con toda certeza es que hoy estamos aquí en un acto de agradecimiento del Sindicato de CC.OO. de Cataluña al colectivo de personas que se comprometieron en la lucha por la democracia y por libertades nacionales de Cataluña.

Desde la Fundació Cipriano García – Arxiu Històric de CCOO de Catalunya, en representación de la cual os estoy hablando en este acto, hemos intentado como algunos de vosotros sabéis desde hace 15 años impulsar y estimular el conocimiento de nuestra historia reciente, con la idea de que es necesario –es posible que cada vez sea más necesario- ver de forma rigurosa e imparcial cómo, quiénes y qué representó la construcción de la democracia en nuestro país ¿cómo entender si no qué puede representar hoy su mantenimiento y fortalecimiento?

La idea con la que decidimos identificarnos hace tiempo en la Fundación se expresa en el lema “conserva la teva memòria, difon la teva història”. Porque probablemente ya no contenga tanta rotunda certidumbre aquella afirmación de que “la historia la escriben siempre los vencendores” –como señalara nuestro buen amigo Manolo Vázquez Montalbán, con su heterodoxia llena de ironía “subnormal” sobre los padres fundadores del marxismo, y al que quiero, como hice en otra ocasión. dedicar esta intervención. Y es que hay suficientes ejemplos de este cambio de lógica en la escritura de la Historia: solamente cabe pensar en la capacidad de lenguaje y escritura del subcomandante Marcos, o en los escritos de mi querido compañero Cipriano García, el Cipri. Por no mencionar la pléyade de historiadores catalanes que así lo confirman, en su atención y su mirada sobre los “perdedores” y las clases populares: Josep Benet, Casimir Martí, Josep Fontana, Pere Gabriel, Carme Molinero, Ricard Vinyes, Pere Ysàs, Manel Risques, Andreu Mayayo y tantos otros que os pido disculpas por no llegar a mencionar, atendiendo el tiempo de que dispongo.

Lo cierto es, sin embargo, que si hoy puede escribirse Historia de tal forma, no es menos cierto que en determinados momentos es posible y hasta necesario pensar (ante documentales conmemorativos, publicaciones de todo pelaje sobre la historia y algunas informaciones periodísticas) que la reflexión que permanece es la de que “la lucha contra el poder es una lucha de la memoria contra el olvido”, como ha dejado escrito el novelista europeo Milan Kundera.

Es por esta razón, por la que nosotros os pedimos un esfuerzo común. Un esfuerzo de ponernos en contacto, ponernos de acuerdo y obtener los medios para llevar adelante un proyecto que permita tener una recopilación de vuestras trayectorias vitales. A partir de entrevistas en profundidad, de un tipo similar a las que hemos podido llevar a cabo, a lo largo de los últimos 6 años, para producir la colección de fuentes orales sobre historias de vida obrera. Queremos que esa misma colección de nuestro Archivo la integren las entrevistas a trabajadores y trabajadoras, a profesionales de la abogacía y al grupo de capellanes comprometidos con las luchas obreras. Porque por la mayoría de esas luchas pasaron los hilos urdidos por cada uno de esos grupos, y solamente se comprende la globalidad de su sentido atendiendo a todos y cada uno de ellos.

Esta podría ser una manera de dar continuidad al acto de hoy, profundizar más, individualmente, persona por persona, en su experiencia, con la finalidad de proporcionar más fuentes para la investigación histórica. No lo hacemos solos, ni exclusivamente guiados por el voluntarismo, que lo hay, sino arropados por un grupo de historiadores profesionales que nos orientan como el mismo Casimir Martí y Josep Benet, y el mismo Pere Ysàs que tenemos hoy con nosotros, entre otros profesores universitarios que forman la comisión asesora del Arxiu Històric de CCOO de Catalunya. Y permitidme que os diga que cuando se apunta a la necesidad de ofrecer más fuentes a los investigadores que vienen a consultar al Arxiu no estoy diciendo que no existan ningunas, estoy diciendo que tal vez no sean las suficientes.

Os voy a referir una situación concreta. No es nada nuevo decir que posiblemente uno de los mejores archivos sobre la oposición al régimen y la disidencia en todos los ámbitos de la vida social puede llegar a tenerlo la propia Administración del Estado. Pues bien, si una persona va al Archivo del Gobierno Civil de Barcelona podrá encontrar en sus ficheros manuales infinidad de registros que no tienen correspondencia con los documentos que contiene los legajos. Tal vez, haya llegado el momento de corregir una anomalía, impulsando la existencia de un archivo histórico provincial como existe en Girona, Lleida y Tarragona, donde se agrupen también los fondos documentales que hoy permanecen en el depósito de Cervera. Y aunque sólo sea para paliar una organización deficiente del Archivo del Gobierno Civil, que es necesaria señalar para corregirla, en este sentido, tal vez, deberíamos pensar que es tan necesaria la reclamación de los archivos catalanes que están en Salamanca, como la definitiva transferencia y cuidado por parte de la administración autonómica catalana del Archivo del Gobierno Civil, que si me permitís, y tal vez exagerando algo, es de alguna forma nuestro “archivo de Salamanca” en casa.

Pero, junto a esto que acabo de decir, las tareas del sindicalismo confederal son enormes, como decía hace unos días en la Escola de Joves Sindicalistes de CCOO. El Sindicato está haciendo frente a situaciones de cambio social y tecnológico a un ritmo y unas velocidades jamás antes vistas ni previstas. Por eso no es fácil tomar decisiones desde la simplificación de una realidad que por momentos parece apabullarnos, debemos tomarlas pero creo que teniendo en cuenta algunas tradiciones que nos son propias, o por lo menos así las considero yo. En la época en que grupos de hombres y de mujeres comenzaron a considerarse miembros, unidos por ello, en las Comisiones Obreras -hará este mes casi medio siglo, 40 años- teníamos otro tipo de urgencias históricas, era una urgencia claramente definida, la falta absoluta de libertades. Hoy es la profundización de la libertad con el máximo de igualdad. Sin embargo, las decisiones requerían entonces, y requieren ahora, en muchas ocasiones, la necesidad de conocer, conocimiento y acción, teoría y práctica, presión y negociación, “sindicalismo-de-clase-y-nacional” –todo junto como nos gusta decir a nosotros- son formas de pluscuamperfecto que han caracterizado a las Comisiones.

Y es que ¿cómo actuar sobre la realidad que uno no conoce? Es cierto que muchos de nosotros tuvimos que “enseñar aprendiendo” o “aprender enseñando” a otros, por las circunstancias de aquellos momentos. Pero también es verdad, que antes que nosotros había muchos otros, aquellos de los cuales es extraordinariamente difícil hablar porque el franquismo victorioso se encargó de borrar su pasado y su memoria, consiguiéndolo hasta cierto punto. Pues bien, de muchas de aquellas personas que fueron veladas y oscurecidas por la dictadura también nosotros pudimos, en parte, recoger enseñanzas. Y porqué no pensar, que posiblemente algunas recibidas a su vez por ellos de aquella COMISIÓN OBRERA CATALANA, constituida en 1889, que formaba parte de aquel sindicalismo llamado “Las Tres Clases del Vapor”, y que entregó a su organización una “Memoria descriptiva” que estudiaba el estado de las fábricas y tejidos de algodón de Inglaterra. Porque antes de actuar debemos conocer, conocer nos acerca a los problemas a los que queremos dar soluciones. Y para ello nos es útil el conocimiento de lo que pasa hoy, y de lo que pasó ayer. Una tarea tal vez gigantesca para una persona, pero una tarea posible para una organización de personas como la nuestra, que como decía nuestro estimado amigo y compañero Miquel Martí i Pol, puede que pertenezcan a “una extirpe de titanes”.